Los incendios amenazan el hábitat del oso pardo en la Montaña Palentina

El fuego de Resoba pone en riesgo su alimentación y rutinas en la Cordillera Cantábrica

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Los incendios amenazan el hábitat del oso pardo en la Montaña Palentina
Foto: ICAL
El autor esAdrián Gil Bregón
Adrián Gil Bregón
Lectura estimada: 2 min.

Los incendios forestales que estos días han devastado la Montaña Palentina no solo han arrasado viviendas y paisajes, también han golpeado de lleno a la fauna del territorio.

Entre las especies más afectadas se encuentra el oso pardo, cuya presencia en la Cordillera Cantábrica ronda los 370 ejemplares y que encuentra en la zona de Resoba uno de sus principales refugios.

El incendio declarado el pasado 10 de agosto en este enclave, que llegó a alcanzar el nivel 2 de gravedad, se ha cebado con el 'corazón de los osos', donde la Fundación Oso Pardo trabaja desde hace años.

La situación impide todavía a los expertos acceder a ciertas áreas debido a las restricciones de circulación, pero las primeras valoraciones apuntan a una fuerte alteración de su hábitat y a la desaparición de gran parte de su alimento natural.

"Han perdido su hábitat y comida", explica Begoña Almeida, trabajadora de la Fundación, quien recuerda que la dieta de los plantígrados depende en buena medida de frutos del bosque arrasados por las llamas.

"Se habrán quedado alrededor e irán comiendo lo que vayan encontrando en estas zonas, como el resto de animales", señala.

El seguimiento de los ejemplares se llevará a cabo más adelante, cuando las condiciones permitan internarse en el área para evaluar su estado y comprobar si han sobrevivido todos.

Además de Resoba, otros focos en Brañosera y Barniedo de la Reina, en los Picos de Europa leoneses, también han afectado a enclaves importantes para la especie. La investigación sobre el origen de los fuegos apunta a un rayo, aunque todavía no se descartan otras hipótesis.

Los expertos coinciden en que el restablecimiento del hábitat del oso pardo tras un incendio puede requerir más de siete años, un tiempo que pone de manifiesto la magnitud del impacto sufrido en la Cordillera Cantábrica.

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