Un equipo de seis efectivos colabora en las tareas de extinción en el norte palentino sin descuidar la atención en la provincia vallisoletana
Los Bomberos de la Diputación de Valladolid refuerzan la lucha contra los incendios en Palencia
Un equipo de seis efectivos colabora en las tareas de extinción en el norte palentino sin descuidar la atención en la provincia vallisoletana
Un equipo de seis bomberos de la Diputación de Valladolid se ha desplazado desde este domingo al norte de la provincia de Palencia para apoyar en las labores de extinción de los incendios que afectan a la zona. Los efectivos vallisoletanos, integrados en el Puesto de Mando Avanzado de la Junta de Castilla y León, cuentan con dos cisternas y un vehículo de apoyo para trabajar junto a los agentes forestales desplegados.
El Servicio de Bomberos de la Diputación de Valladolid mantiene convenios de colaboración con las provincias de Palencia, Segovia y Ávila, que permiten la actuación conjunta cuando es necesario. En lo que va de verano, la colaboración ha sido especialmente intensa en Segovia, donde los profesionales vallisoletanos han intervenido en siete ocasiones, a las que se suma la actual participación en Palencia.
La Diputación subraya que esta colaboración responde al compromiso de la institución y de sus equipos con la solidaridad interprovincial y con los vecinos afectados por los incendios, sin descuidar la cobertura en el territorio vallisoletano. En la provincia se atiende una media de cinco avisos diarios, la mayoría relacionados con fuegos en rastrojeras, que gracias a la rápida actuación de los bomberos no han derivado en situaciones más graves en áreas urbanas.
Una campaña complicada
Desde el 1 de julio, los bomberos de la Diputación han realizado entre 150 y 160 intervenciones, de las cuales un 70% (unas 120) están vinculadas directamente con la campaña estival de incendios. Estos incidentes incluyen rastrojos, cosechadoras, eras, veredas de río, incendios forestales y siniestros en empacadoras.
La actividad de estos meses se triplica en comparación con el invierno y la primavera, debido a una primavera muy lluviosa, que favoreció el crecimiento de vegetación, y a un verano más seco y caluroso de lo habitual, factores que incrementan el riesgo de incendios en cultivos, cunetas, matorrales, veredas y monte bajo.