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El Cristo del Otero cobra protagonismo en la Semana Santa palentina
Se trata del primero de los tres desfiles organizados por la Cofradía de la Santa Vera-Cruz
La Semana Santa palentina mantiene su vínculo este domingo con el Cristo del Otero, otro de los símbolos religiosos de la ciudad, a través de la procesión del Santo Rosario del Dolor, que lleva imágenes y cofrades hasta el cerro cada jornada vespertina del Domingo de Ramos.
Se trata del primero de los tres desfiles procesionales organizados en la semana de pasión por la Cofradía de la Santa Vera-Cruz, uno de los más singulares por su inusual recorrido, lejos de las céntricas calles de la ciudad, y por la utilización de la luz por parte de los cofrades.
Recuperada en 1999 tras más de cincuenta años desaparecida, la procesión recorre varias iglesias de la capital, en las que se concentran los feligreses para el rezo de los diferentes misterios del Rosario.
Ya en el atardecer, el desfile alcanza los pies del Cristo del Otero y allí, a las puertas de la ermita de Santa María del Otero, se reza el último de los misterios.
De esta forma, la procesión consigue un carácter penitencial, dada la dificultad del ascenso al cerro del Otero, lo que reduce el número de cofrades participantes. En cambio, es uno de los actos que más público congrega, con gran cantidad de personas desfilando tras el estandarte final.
Se procesionan dos tallas portadas en pequeñas andas con el objetivo de reducir el peso y hacer más llevadero el ascenso. Se trata del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, una talla anónima del siglo XVI, y la Virgen del Dolor, del siglo XIX.
Tras alcanzar el Cristo del Otero en lo alto del cerro, la procesión inicia el descenso, que coincide con el anochecer, lo que supone la aparición de faroles y velas entre los cofrades para marcar un camino de luz.