Sergio Vila-Sanjuán: "Vivimos en una sociedad muy presentista, fragmentaria y tecnologizada"

El escritor barcelonés ganó el premio Fernando Lara 2025 con 'Misterio en el barrio gótico', un 'thriller' que mezcla el pasado y el presente de su ciudad

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Sergio Vila-Sanjuán: "Vivimos en una sociedad muy presentista, fragmentaria y tecnologizada"
Sergio Vila-Sanjuán. (Foto: EFE)
Naiare Rodríguez Pérez / EFE
Lectura estimada: 4 min.
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El escritor Sergio Vila-Sanjuán, ganador del Premio Fernando Lara 2025 con su obra 'Misterio en el barrio gótico', cree que la actual es una sociedad "muy presentista, muy atenta a lo último, muy fragmentaria y muy tecnologizada".

El autor (Barcelona, 1957) ha presentado su novela en Zaragoza y, en una entrevista con EFE, ha explicado que en ella, que define como un 'thriller' que mezcla la alta cultura con la cara oscura de los años 80, el pasado y el presente, "se combinan y se iluminan mutuamente".

Pregunta (P): En la novela, el barrio gótico no solo es un escenario, sino un personaje con memoria propia. ¿Qué tiene este barrio que lo convierte en un territorio tan fértil para la intriga y para la literatura?

Respuesta (R): Es quizá el barrio gótico más extenso de Europa, muy importante para los barceloneses y foco de atracción del turismo. Pero resulta que, en buena parte, es un barrio reconstruido. O sea, es una fantasía medievalizante, porque aunque parte de edificios reales existieron, como la catedral o el palacio real, muchos han sido reconstruidos de una forma muy radical.

Es un barrio que tiene mucho atractivo, es mágico, es misterioso. Hay un momento que no sabes muy bien qué paisajes son reales y qué paisajes son reconstrucciones. En cierto momento pensé que era interesante aprovechar el escenario para una trama que tuviera intriga, que tuviera historias humanas, pero que tuviera también una cierta reflexión sobre cómo las ciudades cambian y cómo se enfrentan a su propio pasado.

P: El protagonista, un periodista cercano a la jubilación, se enfrenta a cartas anónimas, a fantasmas y a viejos secretos. ¿Hasta qué punto hay un guiño al oficio periodístico como búsqueda de verdad entre lo visible y lo oculto?

R: Sí, claro. Un periodista es un profesional de la investigación. Y el protagonista de mi novela lo es. En 'Misterios del barrio gótico', el ejercicio del periodismo lleva al protagonista tanto a seguir historias contemporáneas como a adentrarse un poco en el pasado del propio barrio y van apareciendo episodios muy antiguos: el atentado contra Fernando el Católico o la desaparición del obispo Irurita.

La idea es que en la novela pasado y presente se combinen y se iluminen mutuamente. Y explicar de esta manera que el peso del pasado en nuestras vidas es muy fuerte, pero en las ciudades también lo es.

P: ¿Diría que la frontera entre la alta cultura y lo oscuro, lo clandestino, es más porosa de lo que parece?

R: Sí. He intentado que efectivamente se mezclen temas de alta cultura, imágenes del arte gótico y la historia medieval, con episodios más contemporáneos y una cierta reflexión autobiográfica sobre mi generación, la de los años 80. Vivimos temas importantes e interesantes como la Transición y el paso a la democracia, pero también tuvo una parte más oscura, la droga, en la que cayó bastante gente de mi generación. Eso aparece también en la novela como una cara B de la trayectoria de todo un colectivo humano.

P: ¿Los fantasmas son un recurso literario o también una manera de hablar de lo que arrastramos como individuos y como sociedad?

R: En mi novela aparece un fantasma que es un amigo del protagonista inspirado en un personaje real, un amigo mío que fue importante en mi vida y que desapareció. Con esto quería hacer un homenaje, desde mis 68 años, a esas personas que han crecido con nosotros, con las cuales hemos tenido una confianza muy fuerte y que cuando desaparecen, con ellos desaparece todo un mundo y no son reemplazables. Y, sin embargo, lo echas de menos durante mucho tiempo. En este caso, el protagonista echa de menos a ese amigo que de alguna forma era como un Pepito Grillo.

P: ¿Cree que lo analógico sigue teniendo un magnetismo especial en la ficción?

R: Lo que tiene un peso fuerte en la ficción es el pasado en todas sus formas. Vivimos en una sociedad muy presentista, muy atenta a lo último, muy fragmentaria y muy tecnologizada. Entonces, ciertas formas del pasado nos devuelven un poco la memoria de maneras de ser desaparecidas. Entonces, claro que tiene un peso muy fuerte. Yo he intentado volver a una serie de imágenes, costumbres y ritos que devolvieran al lector esa idea de que el pasado está aquí.

P: El libro plantea que, igual que las ciudades, las personas solo avanzamos cuando nos reconciliamos con las heridas del pasado. ¿Fue esa la verdadera brújula de la novela, más allá del suspense?

R: A mí me interesaba mucho que los personajes de la novela tuvieran carga humana. El periodista, el protagonista, espero que la tenga en buena parte porque le he cedido algunos de mis recuerdos y experiencias. Pero creo que todos los personajes son muy singulares, cada uno en su género, y todos buscan la comunicación. Quería explicar también cómo se relaciona la gente de generaciones diferentes, cómo hombres y mujeres de una edad se comunican con quienes podrían ser sus hijos y sus nietos.

P: ¿A qué sabe el Fernando Lara?

R: El gusto del premio es muy dulce. Yo había tenido el premio Nadal, que también es un premio con mucha solera. El premio Fernando Lara me ha gustado mucho porque, aparte de ser uno de los galardones mejor dotados del panorama, tiene un nombre importante para mí. Fernando Lara fue un editor, hijo de José Manuel Lara Hernández, fundador de la editorial Planeta. Era un editor brillante y me hace ilusión recibir este premio que lleva su nombre y que además en su primera convocatoria recayó en un escritor que para mí fue un maestro, Terenci Moix. 

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