No fue un partido bonito, más bien trabado y físico, con sensación de poco control. Pero en ese contexto, el Súper Agropal supo manejar la ventaja que siempre tuvo en el marcador para anotarse un partido (88-80) que podía haberse convertido en una trampa frente a un rocoso Alimerka Oviedo.

Y todo ello a pesar de un primer cuarto completamente diferente. Los dos equipos querían y consiguieron imprimir ritmo al encuentro, y su facilidad anotadora disparó el marcador en los primeros minutos. El intercambio de golpes sólo se decantó en los últimos minutos del lado local, gracias a una mayor intensidad defensiva, para llegar al final del parcial con 32-20.

La rapidez en el juego se mantuvo, al menos la intención, pero a partir del segundo cuarto bajó la eficacia y, sobre todo, la continuidad. El encuentro se volvió alocado, sin que ninguno de los contendientes lograra la estabilidad necesaria para llevar el partido a su terreno.

La diferencia fue oscilando continuamente, siempre con el Súper Agropal por delante, lo que le permitía algo más de perspectiva, aunque alternaba acciones positivas con imprecisiones que le impedían sentirse cómodo.

Así se sucedieron el segundo (44-36) y tercer cuarto (63-55), hasta llegar al último parcial en el que el Alimerka Oviedo amenazó en varias ocasiones con meterse en el partido. En el descontrol, aunque parezca contradictorio, la experiencia de los jugadores palentinos, apoyados en la incondicional afición del Municipal, permitió llegar a los últimos segundos con el margen suficiente para no sufrir por el resultado, pese a la sensación de haber sacado adelante un sufrido partido.