El proyecto familiar Carreprado, que comenzó elaborando vino para consumo propio, sigue basado en el vínculo con el entorno y su historia
Vino, tradición y territorio en Alba de Cerrato
El proyecto familiar Carreprado, que comenzó elaborando vino para consumo propio, sigue basado en el vínculo con el entorno y su historia
Álvaro lo tiene claro. Le gusta hacer vino, desde el primer hasta el último paso del proceso, pero más le gusta recuperar y mantener una tradición que ha dado vida e identidad a su pueblo y que ve como una posibilidad de dinamizar el entorno.
Estamos en el corazón del Cerrato, una comarca singular en la que confluyen las provincias de Palencia, Valladolid y Burgos, con una sucesión de valles y páramos que llaman la atención del visitante.
Estamos entre tres zonas tradicionales y emblemáticas de vino: la Ribera del Duero, la Ribera del Arlanza y Cigales. Estamos en Alba de Cerrato.
Allí es donde en 2007 la familia de Álvaro decidió volver a plantar viñedos casi 30 años después, ya que en los años 80 del siglo XX la concentración parcelaria culminó el proceso de transformación del campo para dedicarse principalmente al cereal.
La familia no había dejado de elaborar vino, aunque a partir de ese momento lo hizo con sus propias uvas. Eso sí, siempre para su propio consumo o el de sus allegados, pero sin renunciar a la calidad y la innovación en el proceso de producción. Unas características que una década después le llevaron a ganar de forma consecutiva dos premios de la Denominación de Origen Cigales al mejor vino casero.
Animado por ello y por los comentarios que recibía del entorno, Álvaro decidió dejar su trabajo de informático y dar el paso a comercializar su excelente producto. Y aunque se topó de inicio con la pandemia, desde entonces no ha dejado de hacer crecer el proyecto Carreprado.
En apenas cuatro años ha pasado de producir 3.000 botellas a las 17.000 actuales; de una sola referencia, el tinto joven, a la quinta que saldrá al mercado en unos días, el blanco verdejo envejecido en barrica; de una hectárea de viñedo a casi cuatro. Pero es que escuchar a Álvaro es oír hablar de nuevas ideas, nuevos proyectos… es oír hablar de un futuro sostenible basado en un sólido presente.
El pueblo
Hace dos años decidió sumarse al auge del enoturismo, pero consciente de que Carreprado estaba estrechamente ligado al territorio, lo aprovechó para dar a conocer Alba de Cerrato y su íntima relación con el vino. No en vano, la orografía del Cerrato ha sido propicia para la ubicación de bodegas subterráneas que salpican la comarca y que son muy atractivas para los visitantes.
Gracias al interés por el vino y por su proceso de elaboración, el visitante puede conocer la iglesia medieval de Alba, con partes originales del siglo XIII de estilo mudéjar; o el barrio de La Mota, un cerro con tres niveles de altura que albergó casas cueva en su vertiente sureste y bodegas subterráneas familiares en el noroeste.
El recorrido incluye la visita a uno de los lagares de esas bodegas, que se encuentra en buen estado y ha sido adecuado por Álvaro y su padre para que el visitante pueda conocer de primera mano la elaboración tradicional del vino. En verano tampoco faltan las rutas nocturnas, que permiten jugar con la luz del atardecer y dar un ambiente especial a la vista.
El jerbo
Pero Álvaro no deja de mirar al territorio y a la tradición para pensar en el futuro. "Somos conscientes de que somos una pequeña bodega del medio rural y nuestro único afán es que Alba tenga vida y no desaparezca del pueblo la cultura del vino", explica claramente.
De ahí que su inquietud por encontrar aspectos innovadores se haya topado con el jerbo, un árbol silvestre de la zona cuya población está disminuyendo. Y pensó que su fruto, la jerba, muy desconocida y sin apenas salida para el consumo directo, podría aportar matices interesantes a uno de sus vinos, el rosado.
Tras obtener una subvención de la Diputación de Palencia al presentar el proyecto a un concurso de innovación, no dudó en contactar con la cercana cátedra de Enología de la Escuela de Ingenierías Agrarias de la UVA en Palencia para encontrar el mejor equilibrio en la aportación de la fruta al caldo.
Recuerda que es una fruta que hay que dejar madurar mucho y asegura que le aporta al vino aromas complementarios a la uva, además de un llamativo color. El objetivo no es otro que "hacer un rosado propio y diferente, que se diferencie de los demás y se conozca por si mismo", o lo que viene siendo un llamado ‘vino de autor’… aunque tendremos que esperar a la añada de 2025 para poder catarlo.