Castilla y León impulsa la protección cultural de la doma vaquera como patrimonio inmaterial

La Junta abre el expediente para reconocer esta práctica ecuestre ligada al ganado bravo

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Castilla y León impulsa la protección cultural de la doma vaquera como patrimonio inmaterial
Faena con ganadería brava. Foto: EFEAGRO / Juan Javier Ríos.
El autor esAndrea Pozo Ajates
Andrea Pozo Ajates
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Castilla y León ha dado el primer paso para reconocer la doma vaquera como Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial, una práctica tradicional vinculada históricamente al manejo del ganado bravo, a la vida rural y a una forma específica de montar a caballo con raíces que se remontan a varios siglos atrás.

La Consejería de Cultura ha iniciado oficialmente el procedimiento, según recoge una resolución publicada este viernes en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl), en la que se subraya el valor de la doma vaquera como manifestación cultural viva y como parte del patrimonio etnológico de la Comunidad.

El expediente destaca que se trata de un conjunto de saberes y técnicas tradicionales que han pasado de generación en generación y que reflejan la estrecha relación entre cultura, territorio y ganadería, especialmente en el medio rural. Estas prácticas funcionan como un conocimiento técnico especializado, además de actuar como elemento de cohesión social e identidad colectiva, según la resolución recogida por EFE.

Desde el punto de vista histórico, el documento sitúa uno de los antecedentes clave en la época musulmana, cuando la caballería tuvo un papel esencial en la guerra y surgió la conocida «monta a la jineta», considerada el germen de la doma moderna.

En este contexto, se menciona la relevancia del tratado escrito en el siglo XVI por el burgalés Hernán Ruiz de Villegas, titulado 'Tratado de cavallería a la gineta', una obra fundamental para comprender la evolución de estas técnicas ecuestres.

La relación entre la doma vaquera, las corridas de toros y el rejoneo se consolida a partir del siglo XVIII, cuando se fijan las normas de estos espectáculos y se intensifica la cría de reses bravas. La necesidad de seleccionar los animales más fieros dio lugar a figuras clave como el mayoral y el vaquero, cuyo trabajo diario terminó de moldear esta disciplina.

El expediente también aborda el desarrollo histórico de la ganadería brava en Castilla y León, señalando la influencia de la tradición monástica en la creación de grandes fincas. En este recorrido se citan territorios con una arraigada tradición ganadera como Salamanca, Valladolid y Ávila, provincia esta última donde la actividad ganadera y los festejos populares han contribuido históricamente a mantener vivas las técnicas vinculadas a la doma vaquera.

Destaca igualmente el caso de Valdellán, en la provincia de León, donde se conserva la única ganadería de reses bravas de este territorio, así como Raso de Portillo, en Valladolid, considerada la ganadería brava más antigua de España.

En la actualidad, el campo charro se erige como el principal núcleo de la cría del toro bravo, con 152 ganaderías en la provincia de Salamanca, consolidando a esta zona como referente nacional, aunque la ganadería brava también tiene presencia en provincias como Ávila, según recoge el expediente.

La doma vaquera mantiene además una estrecha vinculación con los encierros tradicionales, presentes en numerosas localidades de la Comunidad, incluidas varias de la provincia de Ávila, así como el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo, La Saca de Soria o los Encierros de Cuéllar, donde los caballos desempeñan un papel esencial en el control y conducción de las reses.

A esta dimensión cultural se suma su vertiente deportiva, estructurada en tres disciplinas regladas bajo la supervisión de la Real Federación Hípica Española. El primer Campeonato de España de Acoso y Derribo, celebrado en Salamanca en 1970, marcó un hito en la proyección competitiva de esta práctica, consolidando a Castilla y León como escenario clave para su desarrollo.

El reconocimiento propuesto también abarca los elementos materiales asociados, como la indumentaria tradicional de los jinetes, y a una comunidad portadora amplia, integrada por ganaderos, jinetes, pastores, veterinarios, artesanos y entidades organizadoras de concursos y festejos, también presentes en Ávila.

La transmisión de la doma vaquera sigue produciéndose principalmente a través de la experiencia directa, en el contacto cotidiano entre jinete y caballo, aunque el expediente destaca igualmente el papel de las escuelas de equitación y de la formación reglada impartida por las federaciones hípicas para garantizar su continuidad, según informa EFE.

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