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Clásico

Roglic vuelve a volar a lo más alto para conquistar su cuarta Vuelta a España

El ciclista esloveno, que comenzó su carrera deportiva practicando saltos de esquí y duatlón, culmina su triunfo final ante la diosa Cibeles de Madrid

Roglic vuelve a volar a lo más alto para conquistar su cuarta Vuelta a España
Roglic, tras llegar a la meta de Madrid. (Foto: EFE)
Carlos de Torres / EFE
Lectura estimada: 5 min.

Tres años después de su último vuelo por la cima del podio de la Vuelta, el esloveno Primoz Roglic (Trbovlje, 34 años), ha vuelto a dar vida al águila que preside el logotipo de su página web, cuyas alas envuelven una rueda, y hoy ha certificado su cuarto triunfo en la ronda española.

Antes de ciclista, Roglic se dedicó a volar, pero con los saltos de esquí, y hasta los 22 años. El vuelo no se detuvo después de abandonar el pasillo de saltos, tras ser campeón del mundo juvenil y lesionarse. Nada le detuvo, siguió volando con la imaginación, y luego con la bicicleta.

Ante todo, en el águila esloveno siempre hay alas para la ambición, propulsada por sus retos personales y pulida por el afán de trabajo. El logotipo refleja que Primoz Roglic nunca se detiene, ni para tomar impulso.


Una carrera de obstáculos


Roglic comenzó a montar en bicicleta a través del duatlón. Le gustaba más los pedales que las zapatillas de correr y tocó la puerta del ciclismo, algo tarde, pero a tiempo.

El despegue fue duro, y exigía esfuerzos económicos enormes. Muchas trabas que fue saltando como si aún tuviera puestos los esquís. Siempre ambicioso, en poco tiempo se salió con la suya.

Once años después de subirse a una bici, su palmarés es de los más excelsos del pelotón: 3 Vueltas a España con 15 triunfos de etapa, segundo en el Tour 2020, maglia rosa del Giro 2023, Lieja Bastoña, 2 Vueltas al País Vasco...

El sello personal de Roglic siempre fue su ambición. Cuando empezaba también soñaba por todo lo alto, como ahora, en la última fase de su carrera. Ciclista calculador, metódico, frío, no es de los que sonríen con facilidad en público o ante la prensa, prefiere la discreción y expresarse en la carretera.

El ganador de la Vuelta 2024 comenzó a dar pedales en 2012 en el entorno de Liubliana, en el equipo continental Radenska, donde tuvo que llevar la contraria a los que no confiaban en él por su avanzada edad para iniciarse.

Un excorredor esloveno, Andrej Hauptman, bronce en el Mundial 2011, entrenaba a los juveniles y los sub'23 del citado equipo y fue el primero que escuchó los anhelos ciclistas de Roglic.

"Me dijo que había dejado el esquí, que había descubierto el ciclismo y que quería ser profesional. Pensé que eso era imposible, pero él insistió. Le mandé al equipo amateur y le dije que tenía que comprarse la bici y pagar la licencia, y que eso le iba a costar 5.000 euros. Era una explicación para quitármelo de encima", dijo el técnico.

Esas palabras fueron un desafío más para el exsaltador, los primeros puertos que le puso el ciclismo en su trayectoria. Y los superó. Hauptman recibió una llamada telefónica. Era Primoz Roglic. "Me llamó y me dijo :"Hola, soy Primoz Roglic, se acuerda de mi? Tengo el dinero y la bicicleta".

Roglic no regateó esfuerzos. Le pidió los 5.000 euros a su padre y se puso a trabajar en un supermercado para reunir la cifra.

El técnico sigue recordando aquellos primeros pasos del campeón en potencia del que desconfió. "Se presentó con su bici, una Wilier que pesaba un kilo más que las de sus rivales. Recuerdo que se caía mucho, no sabía comer sobre la bici, ni quitar el papel de las barritas, era un poco desastre. Como amateur no ganó grandes carreras".

El sueño sigue volando. Roglic estudió en la escuela secundaria de economía en Kranj y luego en la Facultad de Ciencias Empresariales. Aún le espera un diploma que nunca pasó a recoger. No tuvo tiempo, ni ganas, pero sí lo tuvo para probar 6 meses en el equipo Adria Mobil y convertirse en profesional.

"Hizo unos ensayos impresionantes; le fichamos, claro, y estuvo 2 años con nosotros. Recuerdo que para él cada carrera era una final, lo daba todo", comenta el entonces patrón de la escuadra, Bojdan Fink.

 

Despegue

 

La trayectoria ciclista empezó a alzar el vuelo. Dejó el Adria Mobil en 2015 y de ahí directamente a su equipo actual, el Lotto Jumbo, ahora Jumbo Visma. Tras dos años de tanteo, su presentación en sociedad llegó pronto. En el Giro de Italia 2016 ganó una crono de 40 kilómetros y se proclamó campeón nacional en esa modalidad.

En 2017 lanza otro aviso ganando una etapa en el Tour, la Vuelta al Algarve, 2 etapas en el País Vasco y es plata mundial contrarreloj. Un año después vuelve a ganar en el Tour, y la general de Romandía y País Vasco. Ya estaba lanzado, hasta que se proclamó ganador de su primera grande en la Vuelta 2019. Y además alcanzó otro galardón de oro: se convirtió en el padre de Leo.

Próxima estación, el Tour de Francia. En 2020 el salto era el maillot amarillo en París. Él y su equipo dominaron la carrera, estuvo 10 días de líder, pero el penúltimo día su compatriota de 21 años Tadej Pogacar le cortó el vuelo. Fue segundo.

Un palo indiscutible para un ganador nato. Una asignatura pendiente para 2021, que de momento pudo aliviar con títulos importantes, como la Lieja Bastoña y el doblete en la Vuelta a España de la pandemia. Un año después del doblete, el triplete. Un paso más en la historia, y esta vez rematado con el título olímpico contrarreloj en Tokio.

En 2022 no tuvo su año Primoz Roglic. Ganó la París Niza y el Dauphiné, pero sendas caídas lo retiraron del Tour y la Vuelta. Un palo enorme, pero el vuelo seguía. En 2023 se llevó la Volta a Cataluña, la Tirreno y se coronó con la maglia rosa del Giro. En una Vuelta "rara" dentro del Visma, hubo de defender el maillot rojo de Sepp Kuss, compañero y vencedor en Madrid.

Esta temporada cara y cruz, con sensaciones opuestas, pero felices. Roglic fue de los afectados en la caída de la Itzulia junto a Vingegaard y Evenepoel, pero se recuperó y ganó el Dauphiné. Una nueva caída lo eliminó en la séptima caída del Tour. De nuevo la frustración.

En la Vuelta llegó como favorito a la salida de Lisboa con su nuevo maillot del Red Bull Bora. Ante la ausencia de los Pogacar, Vingegaard y Evenepoel, entre otros, el esloveno no falló. Pasó a la historia con su cuarto título, y posó su águila en La Cibeles de Madrid, escoltado por O'Connor y Enric Mas. El vuelo sigue.